El término municipal de Paderne ocupa la orilla derecha de la Ria de Betanzos y se extiende hacia el interior hasta llegar al límite con el de Irixoa. La carretera N-VI, en su ramal de Betanzos a Ferrol, atraviesa las parroquias de Souto y Viñas, y empalma en Insua con la que viene de La Coruña por el Puente del Pedrido.

El marco natural que rodea el municipio de Paderne es su principal seña de identidad, además de los ríos que lo circundan (el Lambre y el Mandeo), y por los que ha sido distinguido con el lema de Paraiso entre ríos. Su estratégica situación enclavado entre los concellos de Miño, Bergondo, Betanzos, Coirós e Irixoa, y su cercanía a la capital coruñesa lo convierten en un lugar muy apropiado para disfrutar de una jornada al aire libre. Pero además de naturaleza, Paderne también cuenta con una importante tradición histórica en la que tuvieron un papel destacado la familia de los Andrade, y cuya huella todavía está presente en construcciones, puentes y fuentes. La agricultura, la ganadería, la industria maderera y de piensos son el principal motor económico del municipio, que cada año exhibe sus productos en la gran feria que se celebra durante el primer fin de semana de Julio, y que en los últimos años, ha atraido la atención de miles de personas. Aquellos que no puedan acudir al concello esos días, también podrán disfrutar de las playas que posee la localidad, además de recorrer parte del camino de Santiago que cruza Paderne, o simplemente, acudir a algunos de sus locales hosteleros para disfrutar de su rica gastronomía elaborada con productos naturales.

Se mire por donde se mire, Paderne desborda encantos naturales para poder presuimir. La naturaleza es lo más llamativo, y disfrutar de ella se convierte en algo obligado al llegar a este municipio coruñés.

Al estar situado en medio de los ríos Mandeo y Lambre cuenta con unas preciosas riberas donde florecen cientos de olmos, abetos, bidueiros, carballos, alisos, abeleiras, así como el típico matorral. Este es el hábitat natural en el que residen numerosas especies animales, desde ardillas rojas a nutrias, además de los salmones y truchas que nadan en sus aguas.

El área de recreo de Chelo es otro de los enclaves más visitados del municipio, ya que cuenta con un aula de naturaleza donde los visitantes pueden conocer todos los secretos de esta fraga.

Las playas también tienen un lugar destacado en Paderne, que cuenta con dos arenales bien diferenciados, el de A Xurela, y el de Abeleira. El primero, situado en el lugar de Insua, recibe su nombre por la cantidad de Xurelos que navegan por sus aguas. Se caracteriza por ser muy abrigoso y tranquilo, ideal para pasar un día con toda la familia. La playa de Abeleira está situada muy próxima al puente de O Porco, y en la desembocadura del río Lambre. Cuando baja la marea se une a la de A Xurela, y antiguamente servía de embarcadero donde se construian los barcos y a donde se acudía también a lavar la ropa.

Además, Paderne también llega hasta la ría de O Pedrido, un entorno que próximamente será regerenado gracias a una inversión del Ministerio de Medio Ambiente, y que permitirá reuperar una importante zona natural.

Pero además del paisaje, en este concello hay muchos monumentos para poder visitar, como son los castros de Croa, Montecelo, Mamede o Monte do Castelo, así como las iglesias de San Pantaleon das Viñas, Santo Estevo de Quintás, San Xoan de Vilamourel, o San Salvador de Velouzás. No faltan tampoco los cruceros, las capillas, las fuentes y los molinos típicos gallegos, además de los pazos y casas señoriales y el antiguo hospital de Guende.

A pesar de que Paderne tiene una rica tradición históriva, esta se vió amenazada en 1842, cuando el municipio estuvo a punto de ser absorbido por Betanzos. Finalmente, esta reducción de concellos no se llevó a cabo y la localidad pudo mantener su trayectoria.

Aunque existen varios vestigios romanos, los sucesos más importantes de los que se tiene constancia datan de la Edad Media, época en la que vivieron en Paderne varios miembros de la familia Andrade. De hecho, en el escudo que en la actualidad tiene el concello está representado un puente con un jabalí (símbolo de este linaje) y a cada extremo se situa una vieira de peregrino.

Segun cuentan los historiadores, Fernan Pérez de Andrade, O Bo, mandó construir un puente sobre el río Lambre, que finalmente llegó a ser conocido como a Ponte do Porco. Al parecer, fue en este lugar donde suceció un trágico accidente que marcaría para siempre a los Andrade y que se conoce como la leyenda de Roxín Roxal.

Este hombre era un sirviente de Nuno Freire de Andrade, y estaba locamente enamorado de su hija Teresa, quien le correspondía, pero a la que su padre obligó a casar con un señor de la nobleza, Enrique Osorio. Un día que el matrimonio se encontraba de caza, apareció un jabalí al pie del puente al que Osorio hirió, pero no lo suficiente para que no los atacara. El noble decidió escapar, pero su mujer se quedó petrificada del miedo, y el cerdo arremetió contra ella hasta matarla.

A los pocos días, el jabalí apareció muerto con un puñal de Roxín Roxal, quien demostró a Andrade que él sí habría luchado por defender a su amada.